庭长夫人西语原版6~10Capítulo+VII.pdfVIP

Capítulo VII Dado que era el día de San Francisco, el Magistral fue a visitar a todos los Franciscos importantes de Vetusta para felicitarles, empezando por don Francisco Carraspique y don Francisco Páez. El matrimonio Carraspique era muy devoto y conservador: tan conservador, que don Francisco, el cabeza de familia, secretamente financiaba a la milicia carlista Las hijas mayores de los Carraspique habían sido hijas de confesión del Magistral, quien las había inducido a que se hiciesen monjas. De este modo, el Magistral aseguraba que gran parte de la fortuna de don Francisco fuese a manos de la iglesia. La hija menor, a la que también confesaba, quedaba reservada para el matrimonio: el matrimonio que don Fermín de Pas considerase oportuno y conveniente. Es decir: don Fermín la haría casarse con quien él decidiera, alguien a quien el Magistral quisiera premiar por algún servicio valioso. Pepe Ronzal, el inglés, llevaba algún tiempo intentando lograr este privilegio, y los padres de la joven lo veían como un candidato óptimo. El Magistral había tomado una decisión, y la dio a conocer al matrimonio Carraspique en aquel momento: —El señor Ronzal es un impío Los señores Carraspique sacudieron la cabeza, sorprendidos —Pero… ¿No dice usted que es un buen creyente? —repuso la señora Carraspique— Y uno de los más firmes miembros del partido conservador… —Pero no lo suficiente como para tener a una Carraspique como señora. Es un buen hombre, y serio y bastante honesto, pero su hija merece mucho más. Un marido mejor de lo que el señor Ronzal llegará nunca a ser La señora Carraspique se encogió de hombros: —Si usted lo dice, padre… así sea El Magistral salió contento de aquella casa, en la que su influencia llegaba al punto de concederle autoridad sobre cada decisión de los asuntos familiares; tarde o temprano, podría exigir algún gran favor a alguien, un favor real